Tablas

Cuándo los ojos caen dentro del viaje y la sustancia venerada se difumina. Cuándo el abrazo físico se muestra tan imposible como la libertad cabida en cualquier pecera. Allí, donde nos convertimos en recuerdo y delatamos, de nuestra verdad humana, la fragilidad.  Y el resto cercano, y el resto hermano, y el resto amigo, aúna su pesar mientras rememora lo ofrecido, por el que hoy se nos presenta, claramente, con su ser de viajero.
¿Cuál es el tiempo que acierta a concedernos el vuelo más vital?
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Paisajes transcurrieron y paisajes se alumbrarán, así ante el resto como frente a nosotros. Porque desde un espacio vinimos y un espacio nos espera para dar rienda suelta a nuevos elementos y motivos. Y una lágrima a la par que una sonrisa, igualmente cabalga como salta o rueda o se desliza, para demostrar que la vigilia debe ser inamovible y permuta ataviada con mil formas para resaltar la grandeza de la vida, concibiendo la justicia creativa y superiormente elemental.
Cuándo la muerte coge forma al inhalar de ese último soplo de cualquier vida, como no suponer y hasta dar por hecho que la vida transmuta y continua…

Donde la humanidad pierde su sentido

Mientras los estados muevan buena parte de su economía generando ingresos con material armamentístico, resultará imposible erradicar las guerras que se suceden en este planeta. Así mismo, con buena parte de la enfermedad.
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… y con el sufrimiento y con la sangre derramada de inocentes, se llenan, de champagne, las copas que beben algunos
sentados sobre sus tronos opulentes; tronos ganados a fuerza de suma crueldad y ambición.
Hay seres desalmados que, debido a su desidia y nula empatía, se ríen, aun conocedores de su contribución para los desastres, disimulan, señalan hacia otro lado y bostezan; al tiempo que por el mundo infinidad de pequeñas pantallas muestran el horror más absurdo y absoluto cual se puede provocar.
¿Dónde la utilidad del raciocinio?
¿Dónde está la humanidad?…
Estará esparcida, tal vez, por otros planetas y espacios.
Allí, en dónde a la par el sufrimiento es fruto del negocio, se visten las madres de luto y padres con caras de espanto, desangelados y rotos, lloran como niños por sus menores. Allí, dónde la misma muerte se incomprende y desdiría de si misma; dónde la batalla toma el nombre de locura y la lucha pierde todo tipo de sentido al ver el precio que se paga al resultar multiplicadas las tragedias (cuál es peor derrota sino la de contemplar la muerte de nuestros seres más queridos).
¿Quién es capaz de mandar las más horribles misivas y acometer los actos más demoníacos sin sentir vergüenza?
¿Quién?…
¿Quién es capaz de llenar sus arcas y concederse una vida de lujos sin ser humillado, maltratado y hasta engullido por su conciencia?
¿Quién marca de quién es y cuál es el precio de cualquier porción de tierra?…

A tocar

Tener siempre las puertas del cielo abiertas ante nosotros, esperando nuestro impulso, nuestra decisión. Ser tan simples como el momento cotidiano del cual disponemos; no negarnos nuestra capacidad de vuelo y libertad. Sabernos cómplices del resto de frutos y permitirnos confluir en la grandeza de la consciencia de unidad. Ser timbre y música que suena alentadora sin menospreciar.
Aquí… El cielo, con sus puertas y ventanas bien abiertas, aguardando a que crucemos su umbral y conozcamos el verdadero despertar.
Somos magos de la vida. Hechiceros construyendo pasos y sortilegios. Somos manos extendidas y manos recibiendo, por qué dudar.

Somos merecedores de embriagarnos y pendular ingrávidos más allá de la tierra. De estremecernos en la libertad, abatiendo las alarmas que subyugan a los tiempos

… cerca de la vida

…lejos de las guerras.

De dioses y hombres


«Universo, tú sincronizas las manillas del reloj,
posicionas las esferas de planetas
en ese lugar que les corresponde y donde caben.
Conformas, desde la nada,
invisible siluetas y voladores caminantes;
haces apuestas que rellenan de dibujos el tapiz
¡sólo cabe el admirarte!
A ti, universo: creación indominable,
manantial de versos sin lengua,
de señuelos indicadores
y de regiones insospechables,
no merece la pena pedirte cuentas
ni desdecirte, ni cuestionarte.»

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De Dioses sumergidos dentro del polvo estelar.
De Hombres surgidos por la apetencia del universo
y desde las entrañas de un mismo árbol.
De Hombres y Dioses que jugando una partida
barajan edades, lugares y circunstancias.
De Dioses que, siempre en constante movimiento,
sufren la dicha de orgasmos galácticos.
Y de Hombres cambiantes
que tomando decisiones reciben el arte
de una fortuna con mil y un disfraces.

Poderosos, los dioses
observan cuántos toboganes hay por cada eslabón.
Poderosos, los Hombres,
sujetan las riendas de su caballo desbocado.
(Somos Agua, somos Roca, somos Brea, somos Viento.
Somos vigilia y somos sueño.
Somos un baile hecho con pompas de ilusión.
Podemos ser un eclipse de invierno
con la primavera como intención.)

Ambos, Dioses y Hombres, hechos y repletos de misterio,
saludan complacientes el tránsito,
tarde o temprano, tras degustar tantas caras como cruces,
terminarán satisfechos y riendo
al reconocer cada faz de lo banal
y beber del elixir de lo más simple.
Ambos: Creadores, tan crueles como magnánimos,
ambos saben acerca de las canciones de la lluvia,
al respecto del agradable peso de la lluvia y sobre sus besos.
Ambos saben acerca de montañas
y también acerca de castillos
que se los lleva el viento igual que naipes.
Ambos, reconocen al tiempo
como juez, verdugo y ley,
como la única certeza que situa y que corrige.

Escucho…
Cuándo sueño y cuándo despierto
mi alcoba está inundada de Dioses recitando verdades
que por desdecirse de mentes, sistemas y diccionarios
engrandecen todavía más el camino y son más verdades.
Escucho…
una cascada interminable de sonidos
que equivalen a mariposas en mis adentros.
Porque giro y giro, al son de esa llave de sonidos
torno a ser voz acertada,
esa aurora primaria cual ni tiene nombre.

Y el hombre percibe, durante su andadura,
cada copo de energía que a todo conforma.
Y los hombres huelen a Dioses y los Dioses a Hombres.
Todos ellos mutan y permutan,
se resisten y perduran,
como cerezas, peces, granito o alondras…

Allí, más allá y aquí…
en todas partes disponiendo de idéntica brújula,
una brújula construida a fuerza de naturaleza
que da Dioses y Hombres dentro del Mar;
Los Mares son sonámbulos a cuales les encanta
seducir aquellas estrellas que indiquen el rumbo,
en pos de salpicar solamente esperanza.
El universo recita Aire
cual aspira soles y nubes de una manera insaciable;
Aire conformando sueños que han de levantarse
desde la lava y el polvo,
que han de surgir para derretir a la escarcha

«Y hasta el último instante se mantengan nuestros sueños, como realidades alcanzables cuales precisan del empeño.»

Agradecer la sonrisa del día sin desear añadir o restar, sin pretender ningún cambio ambicioso que vaya más allá de nosotros.
De cerca nuestra mirada abarca limitada. De lejos acogemos amplitud: se multiplican las perspectivas, vemos caminos ni antes vistos, somos igual que aves a las que, extendiéndoseles el cielo, disponen de otros lugares donde anidar.